• Julio Herrera
  • 08 Ago

El partido de tu vida, #profesional

Imagina por un momento que tu vida profesional es un partido de fútbol de 90 minutos de duración y que de los 20 a 65 años corresponden a tu vida laboral productiva; con esto tendrías que cada año trabajado equivaldría a 2 minutos de “partidojugado”.

Con 27 años de vida profesional he jugado 54 minutos en la “cancha laboral”; hoy me encuentro en el “minuto 9” del segundo tiempo del partido y estoy jugando de “titular”, aunque también me tocó estar en la “banca” de la recolocación alguna vez.
Recuerdo que estaba “jugando” los primeros 10 minutos de este “partido” (20-25 años), estaba nervioso y ansioso por controlar bien el “balón” de los conocimientos adquiridos con el afán de hacer los mejores “pases” de la gestión y cuando era posible también, ¿porque no?, de hacer pases de “gol” como los logros de los que pude disfrutar y celebrar con mis compañeros de equipo, pero esto era solo el inicio de este gran juego.
Sentir que estábamos “jugando” en equipo nuestro mejor “partido” de la gestión era una gran satisfacción personal, del equipo, de los “dueños del club” quienes siempre “juegan” para ganar el partido y si es por goleada-profit, mejor aún; y sobretodo para alegría de esos “hinchas-familiares y amigos, que están alentando siempre e incansables desde la “tribuna”, queriendo, si fuera por ellos, hasta ingresar a la “cancha” para darme algunos consejos, cual mejor “entrenador”.

Disfrutaba mucho jugar como “volante mixto” porque esto me permitía, desde el “mediocampo”, observar como “jugaban” esos veteranos “defensas” que estaban ya “jugando” probablemente sus últimos 20 minutos de “partido” (55-65 años), siempre que no jueguen tiempo suplementario, por supuesto; algunos de ellos se consideraban imprescindibles dentro del equipo y no imaginaban, en algunos casos, que podían ser cambiados en cualquier momento del partido.
Era interesante y muy común ver ingresar a la “cancha” de la empresa a “jugadores” jóvenes y rápidos en cuanto a sus desplazamientos “tácticos” y “jugadas peligrosas” pero a la vez con menos experiencia al momento de “parar el balón” para tomar decisiones estratégicas mejor pensadas, “levantar la cabeza” y así tener una mejor “visión del campo de juego”, lograr anticiparse a los cambios de ritmo, muy propios de un “partido” intenso o para poder observar la ubicación del resto de jugadores para “armar juego”. Había todo tipo de “jugador” en la “cancha” y a lo largo del “partido”. Me gustaba “jugar en la volante” porque a veces también podía “sumarme al ataque” cuando de alcanzar mis objetivos se trataba y en cumplimiento de las indicaciones de mi “entrenador”-jefe, aunque recuerdo haber recibido varias “patadas” y “jaloneos en el área” que me permitieron aprender a gestionar mis emociones para poder jugar, poco a poco, con mayor inteligencia “futbolística”-corporativa. Del minuto 10 al 30 (25-35 años) se presentaron las oportunidades de asumir nuevos retos como los hay en todo “partido de fútbol” cuya dinámica no se detiene y sumado a esto, la adrenalina que tenía por “ganar” en el juego de resultaos haciendo “goles”; sin embargo, los riesgos fueron muchos debido a que en mi afán por “meter goles” perdía de vista que debía “jugar en equipo”, como lo hacía en los minutos iniciales.

Tenía esa ambición de querer ser el “goleador” para que me reconozcan como la “estrella del equipo”; pero sin darme cuenta que me estaba perdiendo de lo más importante, disfrutar del juego en el encuentro con mis “compañeros de equipo” con ese gran peligro que la soberbia trae cuando en el uso-abuso del poder termina uno creyendo que esa mayor responsabilidad que te han dado en el “partido-laboral” la consideras como mérito únicamente tuyo, olvidando que este es un “deporte colectivo” que te recuerda a cada instante, que hay que “jugar en equipo” y que las mejores “jugadas de gol” se construyen con el equipo y desde el equipo.
Antes de que termine el “primer tiempo” del partido, “transcurría” el minuto 30 al 45 (35-43 años) y logré ser capitán, wow!, capitán de todo el equipo!; ya para ese momento, algo había aprendido acerca de “jugar en equipo”, de jugar siempre con humildad y con un espíritu solidario, aprender que la autoridad no me la otorga la tarjeta de presentación, sino que uno se la gana en la “cancha” con un liderazgo de servicio, de “jugar el partido” con el “fair play” de la ética siempre presente, de no renunciar a conocerme mejor para descubrir mis talentos pero sobretodo para poder descubrir en mi “inner game” las “barreras” mentales que me impedían “patear” mejor los “tiros libres” del desarrollo de personas. Podía tener toda la actitud del mundo, podía tener todo el conocimiento y toda la experiencia que adquirí con los años de “juego”-trabajo duro; pero a la vez con la consciencia de saber que si no ponía en juego toda mi humanidad con un espíritu de trascendencia, procurando el bien común y cuidando la integridad de los “jugadores de mi “equipo” como del “equipo contrario”, este partido no sería el mejor al que estoy llamado a jugar.

Resultarían inútiles mis esfuerzos y todo lo aprendido en los minutos que llevo en la “cancha” si no lo “juego” desplegando todo ese potencial que llevo dentro y para alegría de todos los “jugadores” que creemos saber lo que es estar en una “cancha” desarrollando las mejores prácticas de “futbol profesional”-empresarial. “Caí en la cuenta” que si no hago concreta mi capacidad como “jugador profesional” para amar y ser fiel a este “deporte”-laboral que me llena de tantas satisfacciones a través del servicio al que invita este “juego colectivo”, me perdería de descubrir la razón verdadera y más importante por la que “juego” este “partido”; en otras palabras la de vivir con un propósito de “juego” como pasión por lo que estoy llamado a ser y a hacer en la “cancha”.


Poco antes de finalizar el primer tiempo y con el marcador 2-2, venían a mi mente preguntas como: ¿para qué juego este partido?, ¿cuáles son mis grandes motivaciones para “jugarlo”?, ¿cómo puedo jugarlo mejor?, ¿con quienes jugarlo?, ¿soy consciente que este “partido” termina con el “pitazo final” de la jubilación o del retiro de las “canchas”?, o ¿quizás termine antes cuando el “dueño de mi carta pase”- el Todopoderoso de la vida decida hasta cuando puedo “jugarlo”?, para pasar de ahí a jugar para las “ligas” celestiales, ojalá!. Acaba de comenzar el segundo tiempo de este gran “partido de la vida profesional” y habiendo jugado los 9 primeros minutos (43-47 años) he realizado algunos cambios en mi estrategia de “juego”, reorganizando mis prioridades con la mirada puesta más en esos “hinchas” que nunca te dejan de alentar, esos “hinchas”-familia que así ganes o pierdas “pelotas divididas”, falles algún “penal” del emprendimiento, te sientas agotado por el propio ritmo del “partido”, o te reconozcas perdido “en la cancha” por momentos y sin decírselo a ningún otro “jugador” siempre estarán ahí para apoyarme. Mis grandes motivaciones!.

El marcador sigue 2-2, tremendo partido!!! y me quedan 36 minutos por “jugar” (47-65 años), siempre que el dueño de “mi carta pase” no me llame antes; y estoy decidido a seguir jugando el mejor “partido” de mi vida, sabiendo que aprendo mucho más de las caídas cuando me levanto de ellas, de mis “compañeros de equipo”-socios estratégicos en este gran “partido” laboral, de mis “entrenadores”-jefes cuando de hacer nuevos negocios se trata; del “árbitro” de mi consciencia que en lo más profundo no traiciona si juego el “fair play” de mis valores con rectitud. Aprendí lo importante de abrazar con una mano y corregir con la otra al “jugador” que lo necesite, de darle siempre su justo lugar a los “goles” de los logros, ni más ni menos sino su justo lugar para no perder la perspectiva del “juego”; y de ser el “capitán del equipo” que no solo disfrute del “partido” sino que pueda poner el mayor empeño para que los jueguen conmigo también puedan disfrutarlo empoderados y así procurar juntos el bien mayor.

Desarrollé el “juego en corto” para tener la “posesión del balón” de la gestión de mis emociones, conocer a mi equipo y poder ayudarlos a descubrir su verdadera humanidad, tanto como yo la sigo descubriendo en cada minuto de este “partidazo”; para que la medida de la grandeza de mi vida, sea la medida de la grandeza de la causa a la que sirvo. ¿Y tú, en qué minuto del partido estás?, ¿cómo va el marcador?, ¿sabes realmente para qué y para quién estás jugando?, ¿en qué posición de la cancha estás?, ¿tu estrategia de juego es la que te permitirá vivir el “fair play” en los negocios?, ¿qué harás con lo aprendido de los minutos jugados?, ¿a qué te comprometes para lo que resta del partido?, ¿cómo sabrás al final que has logrado jugar el mejor partido de tu vida?.